Glosario Clínica Albareda

Desgarro muscular

Un desgarro muscular es una lesión frecuente que se produce cuando las fibras musculares se rompen debido a un estiramiento o contracción excesiva que supera la capacidad del músculo, causando dolor intenso, hinchazón y limitación funcional.

¿Qué es un desgarro muscular?

Un desgarro muscular, también conocido como rotura fibrilar o tirón muscular, es una lesión que afecta a la integridad de las fibras que componen tu músculo, provocando su rotura parcial o total. Esta lesión ocurre cuando el tejido muscular se ve sometido a una tensión que supera su capacidad de resistencia, provocando la ruptura de fibras musculares y de los pequeños vasos sanguíneos que las irrigan.​

Para entenderlo mejor, imagina el músculo como un cable formado por miles de hilos individuales trabajando juntos. Cuando uno o varios de estos "hilos" se rompen por un estiramiento excesivo o una contracción demasiado brusca, se produce el desgarro muscular. Es como cuando tensas un elástico más allá de su límite: cede y se rompe.​

Esta lesión tiene gran importancia clínica porque representa una de las lesiones más frecuentes en el ámbito deportivo y en personas que realizan esfuerzos físicos ocasionales, pudiendo afectar significativamente tu calidad de vida y capacidad funcional durante semanas o incluso meses.​

¿Quién puede sufrir un desgarro muscular?

Factores no controlables

La edad es uno de los factores de riesgo más significativos, especialmente a partir de los 30-35 años, cuando la elasticidad muscular disminuye naturalmente. Tu género también influye, siendo más frecuente en hombres debido a su mayor masa muscular y participación en deportes de contacto. Si tienes antecedentes familiares de lesiones musculares, presentas mayor predisposición genética a desarrollar desgarros. Las características anatómicas individuales, como la longitud de tus extremidades o la distribución de fibras musculares tipo 2 (fibras de contracción rápida), también determinan tu susceptibilidad.​

Factores controlables

El factor más determinante es haber sufrido una lesión muscular previa, especialmente si la rehabilitación fue incompleta, lo que aumenta hasta 6 veces el riesgo de recaída. El sedentarismo debilita progresivamente tus fibras musculares, haciéndolas más vulnerables. La falta de calentamiento previo al ejercicio no prepara adecuadamente tus músculos para el esfuerzo. Un entrenamiento inadecuado con incrementos bruscos de intensidad o volumen sobrecarga la musculatura. La fatiga muscular acumulada por sobreentrenamiento o descanso insuficiente reduce la capacidad contráctil. La deshidratación y una nutrición deficiente en proteínas, vitaminas y minerales comprometen la salud muscular. Enfermedades metabólicas como la diabetes pueden deteriorar la función muscular y retrasar la recuperación. Por último, una mala técnica deportiva y desequilibrios musculares entre grupos agonistas y antagonistas predisponen a lesiones.​

¿Cómo se manifiesta?

El síntoma cardinal del desgarro muscular es un dolor súbito, agudo e intenso en el momento exacto de la lesión, que muchos pacientes describen como una "pedrada" o como si les clavaran un cuchillo en el músculo. Este dolor se localiza perfectamente en el punto de rotura y aumenta al intentar contraer el músculo afectado o al estirarlo pasivamente.​

Inmediatamente después aparece inflamación (edema) en la zona lesionada por acumulación de líquido en los tejidos. A las horas siguientes se hace visible un hematoma o equimosis (moretón) debido a la rotura de vasos sanguíneos dentro del músculo, que puede extenderse por gravedad hacia zonas distales. Experimentarás debilidad muscular con pérdida de fuerza que te impedirá realizar movimientos normales con el músculo afectado. La limitación funcional es notable: en desgarros moderados a graves no podrás continuar la actividad que estabas realizando, diferenciándose así de lesiones menores como contracturas.​

En desgarros graves (grado III) puede palparse un defecto o "escalón" en el músculo, una zona hundida donde se ha producido la rotura completa con retracción de ambos cabos musculares.​

Signos clave que requieren derivación al especialista

Debes acudir urgentemente al traumatólogo si presentas: dolor desproporcionado que no cede con analgesia habitual y empeora progresivamente; hematoma extenso que aumenta de tamaño rápidamente o tensión excesiva en el compartimento muscular (posible síndrome compartimental); deformidad visible del músculo con bulto o depresión marcada (sugiere rotura completa); imposibilidad total para mover o apoyar la extremidad afectada; aparición de síntomas neurológicos como hormigueo, pérdida de sensibilidad o debilidad progresiva que no corresponde solo al músculo lesionado; fiebre o signos de infección en la zona; o si no experimentas mejoría significativa tras 72 horas de tratamiento conservador inicial.​

¿Cómo se diagnostica un desgarro muscular?

El diagnóstico del desgarro muscular comienza con una historia clínica detallada donde tu traumatólogo te preguntará sobre el mecanismo exacto de la lesión, el momento de aparición del dolor, la intensidad y localización de los síntomas, y tus antecedentes de lesiones previas.​

La exploración física es fundamental. El especialista observará la zona buscando asimetría, inflamación visible, hematomas o deformidades musculares. Mediante palpación cuidadosa identificará el punto exacto de máximo dolor, evaluará el tono muscular comparándolo con el lado sano, detectará posibles defectos palpables en el músculo y valorará la extensión del edema. Las pruebas funcionales incluyen la valoración del rango de movimiento activo y pasivo, pruebas de fuerza contra resistencia que reproducirán el dolor en el músculo afectado, y estiramientos controlados que también desencadenarán molestias características.​

Las pruebas de imagen confirman el diagnóstico y determinan el grado exacto de la lesión. La ecografía musculoesquelética es la prueba de primera elección por su accesibilidad, rapidez, bajo coste y alta precisión. Permite visualizar en tiempo real la zona hipoecoica (oscura) correspondiente a la rotura, medir con exactitud el tamaño del desgarro, identificar la presencia y volumen del hematoma, y hacer seguimiento evolutivo de la cicatrización. La resonancia magnética (RM) se reserva para lesiones complejas, desgarros profundos de difícil acceso ecográfico, cuando se sospecha afectación de estructuras adyacentes (tendones, hueso), en casos de recaídas frecuentes para evaluar fibrosis o calcificaciones, o para planificación quirúrgica en roturas completas.​

Las radiografías simples tienen utilidad limitada, empleándose principalmente para descartar fracturas asociadas o visualizar calcificaciones crónicas en casos de miositis osificante.​

¿Qué opciones de tratamiento existen?

El objetivo principal del tratamiento del desgarro muscular es conseguir una cicatrización óptima de las fibras rotas que permita recuperar completamente la función muscular, minimizando el riesgo de recaídas. La selección del tratamiento depende del grado de la lesión, la localización del desgarro, tu nivel de actividad física previo, tus objetivos funcionales y el tiempo transcurrido desde la lesión.​

¿Qué es el tratamiento conservador inicial (protocolo RICE/POLICE)?

El tratamiento conservador no quirúrgico es la primera línea terapéutica para desgarros de grado I y II, aplicándose en las primeras 24-72 horas tras la lesión. Durante décadas se utilizó el protocolo RICE (Rest-Ice-Compression-Elevation: Reposo-Hielo-Compresión-Elevación). Actualmente se recomienda el protocolo actualizado POLICE (Protection-Optimal Load-Ice-Compression-Elevation: Protección-Carga Óptima-Hielo-Compresión-Elevación), que sustituye el reposo absoluto por una carga gradual y controlada, más beneficiosa para la recuperación tisular.​

Protección significa evitar movimientos que agraven la lesión mediante vendajes funcionales o férulas ligeras. Carga óptima implica movilización precoz controlada dentro del rango sin dolor, evitando la inmovilización prolongada que causa atrofia muscular. Hielo se aplica durante 15-20 minutos cada 2-3 horas en las primeras 48-72 horas para reducir inflamación, dolor y hematoma mediante vasoconstricción. Compresión con vendaje elástico limita el edema sin comprometer la circulación. Elevación de la extremidad por encima del nivel cardíaco favorece el drenaje del edema.​

El nivel de evidencia para el protocolo RICE/POLICE es moderado, basado en múltiples estudios clínicos, aunque existe debate sobre la efectividad del reposo absoluto versus carga temprana. La duración típica es de 48-72 horas en fase aguda, continuando después con fisioterapia progresiva. Las principales contraindicaciones son aplicar hielo directamente sobre la piel (riesgo de quemaduras por frío) y vendajes excesivamente compresivos que comprometan la circulación. Los efectos secundarios son mínimos cuando se aplica correctamente.​

¿Qué papel tienen los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)?

Los AINEs como ibuprofeno, naproxeno o diclofenaco se utilizan para controlar el dolor y la inflamación en la fase aguda del desgarro muscular. Actúan inhibiendo las enzimas ciclooxigenasa (COX-1 y COX-2) que producen prostaglandinas inflamatorias, reduciendo así dolor, inflamación y fiebre.​

Los AINEs más utilizados incluyen ibuprofeno (600-800 mg cada 8 horas), naproxeno (500 mg cada 12 horas) y diclofenaco tópico o intramuscular (50-75 mg cada 8-12 horas). El nivel de evidencia sobre su uso en desgarros musculares es contradictorio. Mientras que reducen eficazmente el dolor a corto plazo (evidencia moderada-alta), su efecto sobre la recuperación funcional es modesto y existe evidencia de que podrían interferir con la regeneración muscular a largo plazo al inhibir la actividad de las células satélite necesarias para la reparación.​

La duración recomendada es breve, máximo 3-7 días, a la mínima dosis efectiva. El uso prolongado no acelera la curación y puede retrasar la regeneración tisular. Las contraindicaciones importantes incluyen úlcera péptica activa, insuficiencia renal, cardiopatía isquémica, hipertensión no controlada, alergia a AINEs y uso concomitante de anticoagulantes. Los efectos secundarios incluyen molestias gastrointestinales (náuseas, dispepsia, riesgo de úlcera), nefrotoxicidad especialmente en deportistas deshidratados, riesgo cardiovascular aumentado con uso prolongado, y sangrado por inhibición plaquetaria.​

¿En qué consiste la fisioterapia y rehabilitación?

La fisioterapia es el pilar fundamental del tratamiento conservador del desgarro muscular, debiendo iniciarse lo antes posible (24-48 horas tras la lesión). Su objetivo es optimizar la cicatrización, recuperar fuerza y flexibilidad muscular, prevenir adherencias y fibrosis, y facilitar el retorno seguro a la actividad.​

El programa de rehabilitación se estructura en fases progresivas. La fase aguda (0-5 días) incluye crioterapia, drenaje linfático manual, vendaje neuromuscular y contracciones isométricas indoloras del músculo contralateral. La fase subaguda (5 días-3 semanas) incorpora masaje terapéutico suave, movilizaciones activas progresivas, estiramientos controlados, contracciones isométricas del músculo lesionado, técnicas de electroterapia (TENS, ultrasonido) y tecarterapia o diatermia para mejorar vascularización. La fase de fortalecimiento (3-6 semanas) implementa ejercicios excéntricos progresivos (fundamentales para prevenir recaídas), trabajo de fuerza con resistencias crecientes, ejercicios funcionales específicos del deporte, entrenamiento propioceptivo y técnicas avanzadas como electrólisis percutánea ecoguiada en casos de cicatrización anómala.​

El nivel de evidencia para fisioterapia estructurada es alto, considerándose tratamiento estándar. La duración varía según el grado: 1-2 semanas para grado I, 3-4 semanas para grado II, y 6-12 semanas para grado III. Las contraindicaciones son la movilización agresiva en fase aguda que puede aumentar el hematoma, y estiramientos forzados antes de tiempo que pueden relesionar. Los efectos secundarios son mínimos cuando la fisioterapia se aplica correctamente bajo supervisión profesional.​

¿Cuándo están indicados los tratamientos regenerativos con factores de crecimiento?

Los tratamientos con Plasma Rico en Plaquetas (PRP) o Plasma Rico en Factores de Crecimiento (PRGF) constituyen una terapia de medicina regenerativa que utiliza componentes de tu propia sangre para acelerar la reparación tisular. El plasma obtenido tras centrifugar una muestra sanguínea contiene concentraciones elevadas (6-8 veces superiores a lo normal) de plaquetas que liberan factores de crecimiento como PDGF, TGF-β, VEGF, EGF e IGF, los cuales estimulan la proliferación celular, la angiogénesis y la síntesis de colágeno.​

En la Clínica Albareda Traumatología Avanzada se utiliza esta tecnología para desgarros musculares de grado II que no responden adecuadamente al tratamiento conservador convencional, y en deportistas de alto nivel que buscan optimizar los tiempos de recuperación.​

El procedimiento consiste en extraer 20-60 ml de sangre venosa del paciente, centrifugarla para obtener el plasma rico en factores de crecimiento, activarlo con cloruro cálcico para liberar los factores, e infiltrarlo directamente en la zona del desgarro guiado por ecografía. El nivel de evidencia es moderado-bajo, con estudios que muestran resultados contradictorios. Algunos ensayos clínicos reportan reducción del dolor y aceleración del retorno al deporte, mientras que revisiones sistemáticas recientes no encuentran diferencias significativas en tiempo de recuperación o tasas de recaída comparado con tratamiento convencional.​

El tratamiento completo incluye típicamente 3 infiltraciones con intervalos de 1-2 semanas. Las contraindicaciones absolutas son infección activa en la zona, uso de anticoagulantes, trombocitopenia severa, y cáncer activo. Las contraindicaciones relativas incluyen anemia importante y enfermedades autoinmunes. Los efectos secundarios son generalmente leves: dolor local transitorio en el punto de infiltración (24-48 horas), inflamación reactiva leve, y raramente infección local si no se respeta asepsia.​

¿Cuándo es necesario el tratamiento quirúrgico?

La cirugía se reserva exclusivamente para desgarros completos de grado III con separación significativa de ambos cabos musculares (gap >2-3 cm), roturas de la unión miotendinosa en deportistas de alto nivel, y casos de roturas parciales extensas que no responden a 3-6 meses de tratamiento conservador.​

El procedimiento quirúrgico consiste en la reparación mediante sutura directa de los extremos musculares rotos, o en el reanclaje del músculo o tendón avulsionado al hueso mediante anclajes o suturas transóseas. Puede realizarse por cirugía abierta o, en casos seleccionados, por vía artroscópica. El nivel de evidencia para cirugía en roturas completas es moderado, con mejores resultados funcionales comparado con tratamiento conservador en roturas proximales de isquiotibiales, recto femoral o pectoral mayor.​

La recuperación postquirúrgica requiere inmovilización de 2-6 semanas seguida de fisioterapia intensiva durante 3-6 meses, con retorno completo al deporte no antes de 6-9 meses. Las contraindicaciones incluyen estado de salud general pobre que impida anestesia, infección activa, expectativas no realistas del paciente, y edad muy avanzada con escasa demanda funcional. Las complicaciones quirúrgicas posibles son infección (2-5%), hematoma persistente, lesión neurovascular, nueva rotura (5-10%), fibrosis excesiva con limitación funcional, y miositis osificante en el 5-20% de casos.​

¿Cómo se combinan estos tratamientos?

El enfoque terapéutico debe ser secuencial y personalizado según la evolución clínica de tu lesión. En desgarros leves (grado I), el protocolo POLICE durante 48-72 horas combinado con AINEs a demanda y fisioterapia precoz (desde el día 2-3) suele ser suficiente, con recuperación completa en 1-2 semanas.​

Para desgarros moderados (grado II), se inicia con POLICE y control del dolor con AINEs durante 3-5 días, seguido de fisioterapia progresiva intensiva. Si tras 2-3 semanas la evolución es subóptima, puede valorarse la infiltración de factores de crecimiento para optimizar la cicatrización, con recuperación total esperada en 3-6 semanas.​

En desgarros graves (grado III), se requiere valoración quirúrgica urgente. Si se descarta cirugía o tras la reparación quirúrgica, la rehabilitación es prolongada (6-12 semanas) e intensiva. La combinación de fisioterapia avanzada con técnicas invasivas ecoguiadas (electrólisis percutánea, neuromodulación) puede acelerar la recuperación en casos de cicatrización anómala.​

Este enfoque integrado permite ajustar dinámicamente el tratamiento según tu respuesta individual, optimizando tiempos de recuperación mientras minimizas el riesgo de complicaciones como la miositis osificante o las recaídas, facilitando así la transición a una recuperación completa y el retorno seguro a tus actividades habituales.​

¿Cómo suele evolucionar un desgarro muscular?

El pronóstico del desgarro muscular es generalmente positivo y favorable cuando se aplica un tratamiento adecuado y se respetan escrupulosamente los tiempos de recuperación. La mayoría de los pacientes recuperan completamente su función muscular y pueden retornar a su nivel previo de actividad física, aunque los plazos varían significativamente según la gravedad de la lesión.​

Para desgarros de grado I, puedes esperar una recuperación completa en 8-14 días con tratamiento conservador apropiado. Los desgarros de grado II requieren típicamente 3-6 semanas para la curación completa, pudiendo retornar a actividades deportivas ligeras desde la cuarta semana si no hay dolor. Las roturas completas de grado III necesitan 6-12 semanas mínimo si se tratan conservadoramente, o hasta 6-9 meses tras reparación quirúrgica, con rehabilitación intensiva durante este periodo.​

Factores que mejoran tu recuperación

El cumplimiento estricto del programa de rehabilitación es el factor más determinante para una buena evolución. La fisioterapia precoz iniciada en las primeras 48-72 horas optimiza la cicatrización y reduce el tejido cicatricial. El fortalecimiento excéntrico progresivo de la musculatura lesionada es crucial para prevenir recaídas, que ocurren en hasta el 30% de casos si no se completa adecuadamente. La nutrición adecuada rica en proteínas (1.6-2.2 g/kg/día), vitaminas C y D, zinc y omega-3 facilita la regeneración muscular. La hidratación correcta mantiene las propiedades elásticas del músculo. El retorno gradual y progresivo a la actividad física, evitando incrementos bruscos de carga, minimiza el riesgo de recaída. El control ecográfico evolutivo a las 2-3 semanas y antes del alta definitiva asegura que la cicatrización progresa adecuadamente.​

Posibles complicaciones

La miositis osificante es la complicación más temida, consistente en la formación anómala de hueso dentro del músculo lesionado, que ocurre en el 5-20% de traumatismos musculares severos (especialmente en cuádriceps y bíceps braquial). Se manifiesta por endurecimiento progresivo, dolor persistente, rigidez y limitación del movimiento entre 2-6 semanas tras la lesión inicial, diagnosticándose mediante ecografía o radiografía y requiriendo tratamiento conservador prolongado, ocasionalmente cirugía de exéresis del hueso ectópico.​

Las recaídas o relesiones son frecuentes (25-30% de casos) especialmente si retornas prematuramente al deporte, siendo el riesgo máximo en las primeras 2-6 semanas tras aparente recuperación. El síndrome compartimental agudo es una urgencia quirúrgica rara pero grave donde el hematoma y edema aumentan la presión dentro del compartimento muscular, comprometiendo la circulación y nervios, manifestándose por dolor desproporcionado, tensión extrema, palidez y pérdida de pulsos, requiriendo fasciotomía urgente. La fibrosis excesiva o cicatriz muscular rígida puede limitar la elasticidad y fuerza, predisponiendo a nuevas lesiones y requiriendo fisioterapia prolongada con técnicas invasivas ecoguiadas. Los hematomas enquistados persistentes necesitan drenaje percutáneo o quirúrgico si no se reabsorben espontáneamente. Por último, el síndrome de dolor miofascial crónico puede desarrollarse por puntos gatillo en la musculatura perilesional si no se trata adecuadamente.​

Con un enfoque terapéutico apropiado, supervisión especializada y tu compromiso activo con la rehabilitación, la inmensa mayoría de desgarros musculares evolucionan favorablemente hacia la recuperación completa funcional, permitiendo retomar tus actividades habituales sin secuelas.​

Datos clave importantes

  • El factor de riesgo más importante para sufrir un desgarro muscular es haber tenido una lesión previa en el mismo músculo, especialmente si la rehabilitación fue incompleta, multiplicando por 6 el riesgo de recaída. Por eso es fundamental completar siempre el programa de fisioterapia hasta el alta médica definitiva.​
  • El tiempo de recuperación depende directamente del grado de la lesión: aproximadamente 1-2 semanas para lesiones leves (grado I), 3-6 semanas para moderadas (grado II), y 6-12 semanas o más para roturas completas (grado III). Respetar estos plazos es esencial; retornar prematuramente al deporte aumenta dramáticamente el riesgo de relesión.​
  • La ecografía realizada en las primeras 48-72 horas tras la lesión es fundamental para confirmar el diagnóstico, determinar con precisión el grado del desgarro, medir el tamaño exacto de la rotura y planificar el tratamiento más adecuado para tu caso específico.​
  • El protocolo POLICE (Protección-Carga Óptima-Hielo-Compresión-Elevación) ha demostrado ser más efectivo que el antiguo RICE, ya que la movilización precoz controlada, sin llegar al dolor, favorece una mejor regeneración muscular que el reposo absoluto prolongado, que puede causar atrofia y debilidad.​

¿Cómo se soluciona?

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