Muchas veces en la consulta los pacientes nos preguntan: “¿Doctor, cuándo me pongo frío y cuando me pongo calor?”.

¿Frío o calor? Esta duda nos asalta frecuentemente y muchas veces no sabemos cómo actuar cuando nos hemos dado un golpe o tenemos un dolor intenso. Vamos a intentar resolver la duda porque sabemos que es una situación que se produce a menudo. Después de leer este artículo tendrás claro cuándo ponerte frío y cuándo aplicarte calor en el cuerpo.

¿Qué efectos produce el frío?

El frío provoca vasoconstricción, es decir, hace que los vasos sanguíneos disminuyan de calibre y, por lo tanto, disminuye el aporte de sangre a la zona alimentada por esos vasos. Esto contribuye a disminuir la inflamación y a calmar el dolor gracias a su capacidad antiinflamatoria. En consecuencia, el frío está indicado para reducir la inflamación debida a un traumatismo, en caso de sufrir una cefalea o para prevenir la aparición de hematomas.

¿Cómo debemos aplicar el frío?

Se puede administrar de forma húmeda, con compresas de frío, o en seco, a través de bolsas de hielo. En cualquier caso, es aconsejable observar el estado de la piel antes de la administración de hielo y, si decidimos utilizar frío seco, nunca hacerlo directamente sobre la piel. Puedes valerte mismo de un pañuelo para envolverlo, pero nunca lo apliques directamente. Una vez que se haya administrado frío es aconsejable secar la piel adecuadamente, sin frotar.

El modo de administración debe ser en periodos alternos de entre 15 y 30 minutos cada 3 o 4 horas.

Contraindicaciones de aplicar frío

Hay que tener especial cuidado en no administrar frío a:

  • Personas con problemas de circulación, porque estos se agravarían.
  • Pacientes con hipersensibilidad al frío, como los pacientes con enfermedad de Raynaud.
  • Heridas en proceso de curación.

Si has tenido un gran golpe (la herida no sangra) y crees que necesitas llegar a urgencias de traumatología cuanto antes, aplicar frío podría ayudarte a reducir el dolor.

¿Qué efectos produce el calor?

El calor tiene un efecto vasodilatador, es decir, aumenta el flujo de sangre en la zona. Esto contribuye a aliviar el dolor crónico y los espasmos musculares. Está indicado para tratar el dolor de las inflamaciones no traumáticas de las articulaciones y, además, acelera el drenaje de procesos infecciosos, abscesos, y relaja la musculatura contraída.

¿Cómo se administra el calor?

Como el frío, se puede administrar de forma húmeda (con compresas o a través de un baño) o de forma seca (con bolsas de agua caliente o los clásicos sacos de semillas). Estos últimos se han puesto muy de moda y son muy útiles, pues son limpios, se calientan rápido en el microondas y no suelen ser muy agresivos con la piel.

Como en el caso del frío, el modo de administración es durante periodos alternos de entre 15 y 30 minutos cada 3 o 4 horas.

Contraindicaciones de aplicar calor

Está contraindicado utilizar calor en cualquier herida que haya sangrado recientemente, ya que esto aumentaría el flujo sanguíneo y favorecería el sangrado. También en prominencias óseas porque son zonas de sensibilidad reducida y podría provocar la formación de quemaduras.

¿Te ha quedado claro cuándo poner calor y cuándo poner frío? Pues muy simple: para traumatismos agudos, frío; y para dolencias crónicas, mejor calor.

De todas formas, si tienes dudas, puedes preguntarnos y explicarnos tu dolencia en Clínica Albareda y te podremos asesorar de forma más personalizada.