Glosario Clínica Albareda

Bursitis

La bursitis es una inflamación frecuente que afecta a las pequeñas bolsas lubricantes de nuestras articulaciones. Conoce sus causas, síntomas, diagnóstico y las opciones de tratamiento más eficaces para recuperar tu bienestar y movilidad.

¿Qué es la bursitis?

La bursitis es la inflamación de las bursas, pequeñas estructuras saculares llenas de líquido seroso que actúan como cojinetes naturales entre huesos, tendones y músculos cerca de las articulaciones. Piensa en estas bursas como pequeñas almohadas lubricadas que evitan el roce directo entre las estructuras móviles de nuestro cuerpo, permitiendo un deslizamiento suave y sin fricción durante el movimiento. Cuando se inflaman debido a diversos factores, se produce un proceso doloroso que limita la función articular y reduce significativamente la calidad de vida del paciente.

En España, la bursitis representa un problema de salud relevante, especialmente en el ámbito laboral. Los datos del Instituto de Ciencias Forenses muestran que la bursitis prerrotuliana (de rodilla) constituye una patología frecuente en trabajadores de la construcción, con una incidencia por sexo muy superior en varones (relación 4:1) debido al tipo de actividad laboral.

¿Quién puede desarrollar bursitis y por qué?

Factores no controlables

  • Edad: Mayor incidencia entre la cuarta y sexta décadas de la vida, aunque puede aparecer en cualquier edad laboral, incluso antes de los 20 años
  • Sexo: Los varones presentan mayor riesgo de bursitis superficiales, mientras que las mujeres tienen predisposición a bursitis profundas como la trocantérea
  • Anatomía individual: Variaciones anatómicas que predisponen al pinzamiento o roce excesivo

Factores controlables

  • Actividades ocupacionales: En España, la construcción aporta el mayor número de casos (50% de los registrados), seguida de hostelería (18,7%), chóferes y conductores (9,3%)
  • Sobrepeso y obesidad: Aumenta la presión sobre las articulaciones, especialmente en cadera y rodilla
  • Técnica deportiva inadecuada: Gestos repetitivos mal ejecutados en deportistas
  • Enfermedades sistémicas: Artritis reumatoide, gota, diabetes o hipotiroidismo

La distribución por edad muestra que el pico máximo se sitúa entre los 41-50 años (34,4% de los casos), seguido de las franjas 21-30 años (25%) y 51-60 años (25%).

¿Cómo se manifiesta la bursitis?

La bursitis presenta un patrón sintomático característico que varía según su localización y gravedad. El dolor es el síntoma predominante, especialmente al mover o comprimir la zona afectada, pudiendo irradiar a áreas cercanas. En casos agudos, este dolor se acompaña de hinchazón visible en bursas superficiales como la prepatelar o la olecraneana, junto con aumento de temperatura local y enrojecimiento de la piel suprayacente.

La limitación funcional es otra manifestación clave, con restricción del rango de movimiento articular que puede ser parcial o completa según la severidad del proceso inflamatorio. En la bursitis crónica, los síntomas tienden a ser más persistentes pero menos intensos, con episodios de reagudización que pueden durar días o semanas.

Los estudios españoles muestran que las localizaciones más frecuentes son la trocantérea entre las profundas y la olecraneana entre las superficiales, con predominio unilateral en el 96,87% de los casos.

Signos de alarma que requieren derivación inmediata al especialista

  • Dolor intenso e incapacitante que impide el movimiento articular
  • Fiebre asociada a signos locales de inflamación
  • Eritema que se extiende más allá de la bursa afectada
  • Incapacidad súbita para mover la articulación
  • Presencia de secreción purulenta o aspecto séptico local

¿Cómo se diagnostica la bursitis?

El diagnóstico de la bursitis se basa fundamentalmente en la evaluación clínica exhaustiva, comenzando por una anamnesis detallada que explore actividades ocupacionales, deportivas y antecedentes traumáticos. La exploración física incluye la inspección visual para identificar hinchazón, eritema o deformidad, seguida de la palpación cuidadosa para localizar puntos dolorosos y evaluar la consistencia del derrame bursal.

Las pruebas complementarias se reservan para casos específicos. La ecografía es la técnica de imagen de primera elección para confirmar el diagnóstico en bursas profundas, permitiendo visualizar la inflamación, cuantificar el derrame y guiar procedimientos invasivos. La resonancia magnética se utiliza cuando se requiere una evaluación más detallada de estructuras adyacentes o para descartar otras patologías.

La aspiración diagnóstica es fundamental cuando se sospecha de bursitis séptica o inducida por cristales, especialmente en bursas superficiales como la olecraneana o prepatelar. El análisis del líquido aspirado debe incluir recuento celular, tinción de Gram, cultivo microbiológico y examen microscópico para cristales.

¿Qué opciones de tratamiento existen?

El tratamiento de la bursitis busca controlar la inflamación, aliviar el dolor y restablecer la función articular, adaptándose al tipo de bursitis, su gravedad y las características del paciente. El enfoque terapéutico sigue una estrategia escalonada que comienza con medidas conservadoras y progresa hacia intervenciones más específicas según la respuesta clínica.

Antiinflamatorios no esteroideos

Los AINE constituyen el pilar fundamental del tratamiento farmacológico inicial, proporcionando alivio sintomático mediante la reducción de la inflamación y el control del dolor. Su mecanismo incluye la inhibición de las enzimas ciclooxigenasa, disminuyendo la producción de prostaglandinas proinflamatorias. Los más utilizados incluyen ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco y meloxicam, seleccionados según tolerancia individual. La evidencia científica respalda su eficacia en fases agudas, con recomendaciones de guías clínicas internacionales que los sitúan como tratamiento de primera línea. La duración típica oscila entre 7-14 días en procesos agudos, pudiendo extenderse en casos crónicos bajo supervisión médica. Las principales contraindicaciones incluyen úlcera péptica activa, insuficiencia renal severa, cardiopatía isquémica y alergia conocida, mientras que los efectos secundarios más relevantes son gastrointestinales, renales y cardiovasculares con uso prolongado.

Fisioterapia en la bursitis

La fisioterapia desempeña un papel fundamental en el tratamiento integral, centrándose en la restauración funcional, fortalecimiento muscular y prevención de recidivas. Su actuación incluye técnicas de terapia manual para mejorar la movilidad articular, ejercicios terapéuticos progresivos para fortalecer la musculatura estabilizadora y modalidades físicas antiinflamatorias. Entre las técnicas específicas destacan la electroterapia (INDIBA, magnetoterapia), ondas de choque para casos con calcificaciones, y punción seca para tratar puntos gatillo asociados. Los estudios españoles demuestran mejorías significativas en dolor y función cuando se combina con tratamiento farmacológico, con evidencia de nivel II según clasificaciones internacionales. El programa típico se extiende durante 4-8 semanas con sesiones de 45-60 minutos, 2-3 veces por semana. No presenta contraindicaciones absolutas significativas, aunque debe adaptarse en casos de infección activa o inestabilidad articular severa.

Infiltraciones con corticosteroides

Las infiltraciones con corticosteroides representan una opción terapéutica efectiva para casos que no responden al tratamiento conservador inicial, proporcionando un potente efecto antiinflamatorio local. Este tratamiento utiliza preparados como triamcinolona, betametasona o metilprednisolona, administrados directamente en la bursa inflamada bajo guía ecográfica para mayor precisión. Los estudios españoles muestran tasas de éxito del 78,6% a corto plazo, con reducción media del dolor de 4,4 puntos en la escala visual analógica según estudios prospectivos realizados en nuestro país. El efecto terapéutico típico se mantiene entre 6-12 semanas, pudiendo repetirse el procedimiento con intervalos de 3-6 meses. Las contraindicaciones principales incluyen infección local o sistémica activa, alergia a corticosteroides y, relativamente, diabetes mal controlada, mientras que los efectos secundarios pueden incluir atrofia cutánea, despigmentación local y, excepcionalmente, ruptura tendinosa.

Medicina regenerativa

Los tratamientos regenerativos, especialmente el plasma rico en plaquetas (PRP), representan una alternativa innovadora que estimula los mecanismos naturales de reparación tisular. El PRP concentra factores de crecimiento y citoquinas antiinflamatorias autólogas que promueven la regeneración de tejidos dañados y controlan la respuesta inflamatoria local. En España, centros especializados como la Clínica Albareda Traumatología Avanzada han incorporado este enfoque, que ha demostrado resultados superiores a los corticosteroides en estudios controlados, especialmente en tendinopatías asociadas como la trocanteritis. La evidencia más robusta proviene de ensayos aleatorizados que muestran mejorías sostenidas hasta 12 meses post-tratamiento, con menor tasa de recidivas. El protocolo típico incluye 1-3 aplicaciones con intervalos de 4-6 semanas, realizadas bajo guía ecográfica. Las contraindicaciones son mínimas (infecciones activas o trastornos hematológicos), y los efectos secundarios se limitan a molestias leves en el punto de infiltración durante 24-48 horas.

La combinación y secuenciación de estas terapias permite un enfoque personalizado según el perfil del paciente y la evolución clínica. Los casos leves responden habitualmente a AINE y fisioterapia, mientras que formas persistentes o recurrentes se benefician de la incorporación de infiltraciones o medicina regenerativa. Esta estrategia integral maximiza los resultados terapéuticos y facilita la transición hacia el manejo de otras patologías relacionadas como las tendinopatías y síndromes de pinzamento.

¿Qué puedes esperar?

El pronóstico de la bursitis es generalmente favorable con el tratamiento adecuado, con la mayoría de pacientes experimentando alivio significativo del dolor en 1-2 semanas para casos leves y 3-6 semanas para procesos más severos. La recuperación completa típica oscila entre unas semanas y varios meses, dependiendo de la localización, gravedad y adherencia al tratamiento prescrito.

Los datos españoles confirman que los factores que favorecen una recuperación óptima incluyen el diagnóstico precoz, el cumplimiento estricto del plan terapéutico, la modificación de actividades desencadenantes, el mantenimiento de un peso adecuado y la realización constante de ejercicios de fortalecimiento y flexibilidad. Por el contrario, las posibles complicaciones comprenden la cronificación del proceso por tratamiento inadecuado, el desarrollo de bursitis séptica en casos superficiales no tratados correctamente, la atrofia muscular por inmovilización prolongada y, excepcionalmente, la formación de adherencias que limiten permanentemente la movilidad articular.

La experiencia clínica nacional muestra que sólo el 3,12% de los casos presenta afectación bilateral, siendo más común en trabajadores con exposición laboral intensa.

Datos clave importantes

  • Tiempo de recuperación: La mayoría de casos responde favorablemente en 2-6 semanas con tratamiento conservador apropiado, aunque las formas crónicas pueden requerir varios meses de seguimiento según la experiencia clínica española
  • Distribución epidemiológica en España: Los varones representan el 84,2% de las bursitis superficiales (edad media 49,2 años), mientras que las mujeres predominan en las profundas con un 78,8% (edad media 53,8 años)
  • Eficacia terapéutica: Las infiltraciones con corticosteroides muestran efectividad del 78,6% a corto plazo en estudios españoles, mientras que la medicina regenerativa con PRP demuestra resultados superiores y más duraderos en estudios comparativos
  • Prevención de recidivas: El ejercicio terapéutico regular y las modificaciones ergonómicas reducen significativamente el riesgo de recurrencia, especialmente importante en trabajadores de sectores de riesgo como construcción y hostelería

¿Cómo se soluciona?

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