Glosario Clínica Albareda

Luxación

Comprender qué es una luxación, cómo se produce y cómo se trata de forma efectiva es el primer paso para recuperar la estabilidad y prevenir futuras recaídas.

¿Qué es una luxación?

Una luxación es la pérdida completa y permanente de la relación entre las superficies articulares de dos huesos que forman una articulación, como consecuencia de un traumatismo que rompe las estructuras capsuloligamentosas que la estabilizan. Imagina una articulación como una puerta con sus bisagras: cuando los huesos se luxan, es como si la puerta se saliera completamente de sus bisagras, quedando fuera de su sitio y sin poder funcionar correctamente.​

Esta lesión provoca un dolor intenso, deformidad visible de la articulación, inflamación inmediata y una incapacidad total para mover la zona afectada, lo que la convierte en una verdadera urgencia traumatológica que requiere atención médica inmediata. Las luxaciones son más frecuentes en el hombro (representando hasta el 45% de todas las luxaciones), seguidas del codo y los dedos, principalmente porque estas articulaciones priorizan la movilidad sobre la estabilidad.​

¿Quién puede sufrir una luxación?

Las luxaciones pueden afectarte por diversos motivos, algunos que puedes controlar y otros que escapan a tu alcance. Entre los factores no controlables encontramos la edad (eres más vulnerable si eres adolescente, adulto joven o mayor de 60 años), el sexo (afectan más a hombres que a mujeres), la anatomía de tu articulación (si tienes menor congruencia articular o ligamentos naturalmente más laxos) y condiciones genéticas como el síndrome de Ehlers-Danlos que debilitan el colágeno.​

Los factores controlables incluyen la práctica de deportes de contacto o de alta energía como fútbol, rugby, baloncesto, voleibol, gimnasia, esquí o ciclismo, donde el riesgo se multiplica. También influye haber sufrido luxaciones previas (que aumentan significativamente la probabilidad de recurrencia), lesiones ligamentosas mal curadas, debilidad muscular alrededor de la articulación por falta de fortalecimiento, y actividades que implican caídas con apoyo de la mano extendida. Los accidentes de tráfico o moto son otra causa frecuente debido a los traumatismos de alta energía.​

¿Cómo se experimenta una luxación?

Cuando sufres una luxación, los síntomas son tan evidentes como alarmantes. El más característico es el dolor intenso y agudo en la articulación afectada, que se agrava inmediatamente cuando intentas moverla o cargar peso sobre ella. Notarás una deformidad visible: la articulación se ve fuera de lugar, con una curvatura anormal o un hueco donde debería estar el hueso, como la característica "charretera" o "hachazo" en el hombro luxado.​

Experimentarás impotencia funcional absoluta e inmediata, es decir, te resultará imposible usar con normalidad la parte lesionada. La zona se inflama rápidamente, aparecen hematomas o equimosis (moretones de color negro-violáceo que luego cambian a verde-amarillento), y puedes sentir entumecimiento u hormigueo si los nervios cercanos se han visto afectados.​

Los signos clave que requieren derivación inmediata al traumatólogo incluyen deformidad evidente de la articulación, dolor severo que no cede, pérdida de sensibilidad o debilidad en la extremidad (sugiere lesión nerviosa), ausencia de pulso distal (indica compromiso vascular), herida abierta cerca de la articulación (luxación expuesta), fiebre o signos de infección, y si la luxación no se reduce espontáneamente en los primeros minutos.​

¿Cómo se diagnostica una luxación?

El diagnóstico de una luxación comienza con tu historia clínica y la exploración física del traumatólogo. Te preguntará sobre el mecanismo de la lesión (cómo te caíste, el golpe recibido, qué deporte estabas practicando) y valorará el antecedente traumático, que es prácticamente constante en estas lesiones.​

Durante la exploración física, el especialista inspecciona la deformidad articular visible, palpa la zona luxada comparándola con el lado sano para confirmar el "vacío" dejado por el hueso desplazado, y evalúa cuidadosamente la función neurovascular antes y después de cualquier maniobra de reducción. Es fundamental descartar lesiones en nervios (explorando la sensibilidad cutánea) y vasos sanguíneos (comprobando los pulsos distales), ya que estas complicaciones pueden aparecer hasta en el 10-15% de los casos.​

Las pruebas de imagen complementarias son esenciales. La radiografía simple en dos proyecciones perpendiculares (anteroposterior y lateral o axial) confirma el diagnóstico al mostrar la pérdida de contacto entre las superficies articulares y descarta fracturas asociadas. En luxaciones complejas, luxaciones posteriores de difícil visualización o politraumatizados, se solicita una tomografía computarizada (TAC) que permite evaluar con precisión el grado de desplazamiento óseo, detectar fragmentos intraarticulares y planificar el tratamiento más adecuado. La resonancia magnética puede ser útil para valorar lesiones de ligamentos y cartílago.​

¿Qué opciones de tratamiento existen?

El objetivo del tratamiento es aliviar tu dolor, restablecer la anatomía correcta de la articulación lo antes posible y recuperar completamente tu funcionalidad para que puedas volver a tus actividades habituales. La elección entre tratamiento conservador o quirúrgico dependerá del tipo de luxación (simple o compleja), la articulación afectada, tu edad, tus expectativas funcionales, si es la primera vez o una recidiva, y la presencia de fracturas o lesiones asociadas.​

¿Qué es la reducción cerrada y cuándo se indica?

La reducción cerrada consiste en recolocar manualmente los huesos en su posición correcta sin necesidad de cirugía, mediante maniobras controladas y seguras realizadas por un médico especialista. Es el tratamiento de primera elección en luxaciones simples (sin fracturas asociadas), luxaciones recientes (idealmente en las primeras 6 horas, aunque puede intentarse hasta las 12-24 horas), cuando no existen fragmentos óseos intraarticulares ni lesiones neurovasculares graves, y si la luxación es reducible. Las técnicas más empleadas incluyen la maniobra de rotación externa (Hennepin), manipulación escapular, técnica de Davos o tracción axial suave, que tienen alta tasa de éxito (80-90%) y son menos traumáticas que las antiguas técnicas de Kocher o hipocrática. El éxito depende de la relajación muscular del paciente, por lo que se administra analgesia y/o sedación previa, aunque en luxaciones recidivantes puede intentarse sin anestesia. Tras la reducción, se inmoviliza con cabestrillo o férula durante 2-4 semanas según la articulación y tu edad.​

¿Cómo funciona la inmovilización tras la reducción?

Después de reducir la luxación, la inmovilización es fundamental para permitir la cicatrización de las estructuras capsuloligamentosas dañadas, controlar el dolor y la inflamación, y prevenir nuevas luxaciones durante la fase inicial. Se realiza con cabestrillo, férula o vendaje según la articulación afectada. En luxaciones de hombro, la inmovilización tradicional es en rotación interna y aducción durante 2-3 semanas en primer episodio, mientras que en luxaciones recidivantes se inmoviliza el mínimo tiempo posible (7-10 días) hasta que ceda el dolor. El tiempo de inmovilización oscila entre 1-4 semanas dependiendo de la gravedad, tu edad y la articulación. Es importante no prolongar excesivamente la inmovilización porque aumenta la rigidez articular y la atrofia muscular, especialmente en personas mayores. Durante este periodo debes aplicar hielo local en las primeras 48-72 horas (15-20 minutos cada 2-3 horas) para reducir inflamación y dolor, mantener reposo relativo, elevar la extremidad afectada y realizar ejercicios de movilización de dedos y muñeca para prevenir rigidez.​

¿En qué consisten los analgésicos y antiinflamatorios?

Los analgésicos como el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como ibuprofeno, naproxeno o diclofenaco se emplean para controlar el dolor agudo y reducir la inflamación durante las primeras semanas tras la lesión. El paracetamol actúa bloqueando la producción de prostaglandinas en el sistema nervioso central, siendo efectivo para el dolor leve-moderado, mientras que los AINEs bloquean las enzimas COX responsables del dolor y la inflamación, siendo especialmente útiles en el edema postraumático. Sin embargo, recientes estudios muestran que el uso prolongado de AINEs puede enlentecer la reparación de tendones y ligamentos, dificultando la curación correcta. Por ello, la duración típica debe limitarse a 5-7 días en fase aguda, priorizando después la "regulación de la inflamación" más que su supresión total. Las contraindicaciones incluyen úlcera péptica activa, insuficiencia renal, embarazo, hipertensión mal controlada y alergia a estos fármacos. Los efectos secundarios más frecuentes son náuseas, dolor abdominal, sangrado estomacal, problemas renales y retención de líquidos, especialmente en adultos mayores y con dosis altas. En luxaciones con dolor muy intenso, puede requerirse analgesia intravenosa con opioides suaves durante las primeras horas en el servicio de urgencias.​

¿Qué papel tiene la rehabilitación fisioterapéutica?

La fisioterapia es absolutamente esencial tras cualquier luxación para recuperar completamente la función articular, prevenir rigidez y recidivas, y permitir tu reincorporación segura a las actividades habituales. Los objetivos son disminuir dolor e inflamación, recuperar el rango articular perdido por la inmovilización, fortalecer la musculatura estabilizadora de la articulación, mejorar la propiocepción (control neuromuscular) y reeducar el movimiento funcional. El protocolo se divide en fases progresivas: Fase inicial (semanas 1-2 tras retirar inmovilización) con ejercicios pendulares, movilización pasiva progresiva, electroterapia y crioterapia para controlar dolor e inflamación; Fase intermedia (semanas 3-5) con ejercicios activos asistidos, fortalecimiento isométrico del cuádriceps o manguito rotador según la articulación, masaje descontracturante y técnicas de fisioterapia manual; Fase avanzada (semanas 6-10) con potenciación muscular mediante bandas elásticas y pesas ligeras, ejercicios de propiocepción con plataformas inestables, recuperación de movimientos completos y coordinación; Fase predeportiva (meses 3-4) con ejercicios funcionales específicos para tu deporte o trabajo, incremento progresivo de intensidad y velocidad, y trabajo de gestos deportivos. La duración total oscila entre 8-16 semanas en luxaciones simples hasta 4-6 meses en casos complejos o recidivantes. Aplicaciones de PRP (plasma rico en plaquetas) pueden acelerar significativamente la recuperación en lesiones de ligamentos y tendones asociadas.​​

¿Cuándo está indicado el tratamiento quirúrgico?

La cirugía se reserva para casos específicos donde el tratamiento conservador no es suficiente o seguro. Las indicaciones principales incluyen luxaciones complejas con fracturas asociadas que requieren osteosíntesis, luxaciones que no pueden reducirse mediante maniobras cerradas (irreductibles), presencia de fragmentos óseos o cartilaginosos intraarticulares que bloquean el movimiento, lesión de vasos sanguíneos o nervios que requiere reparación urgente, luxaciones recurrentes o recidivantes (más de 2-3 episodios) con inestabilidad crónica, y fracaso del tratamiento conservador con dolor o limitación funcional persistentes tras 12 semanas. Las técnicas quirúrgicas varían según la articulación: en hombro se realiza artroscopia para reparar el labrum (anillo fibrocartilaginoso) y reforzar ligamentos y cápsula mediante suturas con arpones o anclajes, siendo mínimamente invasiva, o cirugía abierta tipo Latarjet que traslada la coracoides al borde anterior de la glenoides para crear un "tope óseo" que previene nuevas luxaciones; en codo se reparan los ligamentos colateral lateral y medial mediante suturas de anclaje o túneles transóseos, fijando los ligamentos avulsionados a su origen óseo; en rótula se realiza reconstrucción del ligamento femoropatelar medial, osteotomías correctoras o liberación del retináculo lateral según la anatomía. El tratamiento postquirúrgico incluye inmovilización inicial (2-6 semanas), rehabilitación progresiva supervisada, y retorno deportivo gradual a los 3-6 meses dependiendo del procedimiento y tus exigencias funcionales.​

¿Son útiles los tratamientos regenerativos?

Los tratamientos biológicos regenerativos, especialmente el plasma rico en plaquetas (PRP), han demostrado ser muy eficaces como terapia complementaria en luxaciones con lesiones importantes de ligamentos, tendones o cartílago. El PRP es un concentrado autólogo (de tu propia sangre) rico en factores de crecimiento y proteínas bioactivas que estimulan la regeneración tisular, aceleran la cicatrización biológica, reducen la inflamación y el dolor, y mejoran la vascularización de la zona lesionada. Se obtiene mediante extracción de 15-25ml de sangre venosa que se centrifuga para separar la fracción plasmática rica en plaquetas, obteniéndose un producto con 3-5 veces más concentración de plaquetas que la sangre normal. El PRP se infiltra directamente en el sitio de la lesión bajo control ecográfico, siendo 100% compatible sin posibilidad de rechazo y con efecto bactericida natural. Está indicado en luxaciones con lesiones ligamentosas importantes, tendinopatías asociadas, lesiones del cartílago articular y como complemento en cirugías artroscópicas para potenciar la cicatrización. La Clínica Albareda Traumatología Avanzada cuenta con amplia experiencia en la aplicación de PRP y otras terapias regenerativas para acelerar la recuperación en luxaciones y lesiones asociadas del aparato locomotor. El número de infiltraciones varía entre 1-3 sesiones separadas 2-4 semanas, sin efectos secundarios importantes más allá de molestias leves en el punto de inyección. Los resultados muestran reducción del tiempo de recuperación hasta en un 30-50% y menor tasa de recidivas a largo plazo.​

La combinación y secuenciación personalizada de estos tratamientos es la clave del éxito terapéutico. En una luxación simple de primera vez, la secuencia típica sería: reducción cerrada inmediata → inmovilización 2-3 semanas → analgesia 5-7 días → fisioterapia precoz 8-12 semanas → retorno progresivo a actividades. En luxaciones recidivantes o complejas, podrías beneficiarte de: reducción cerrada o abierta → infiltración de PRP a las 2-3 semanas → fisioterapia intensiva → cirugía de estabilización si persiste inestabilidad → rehabilitación postquirúrgica 3-6 meses. Tu traumatólogo adaptará este esquema según tu perfil (edad, actividad, expectativas), la gravedad de la lesión, la evolución clínica y los hallazgos radiológicos, pudiendo modificar la estrategia en cualquier momento si la recuperación no progresa adecuadamente.

¿Qué puedes esperar tras una luxación?

El pronóstico tras una luxación es generalmente favorable si recibes tratamiento adecuado y sigues correctamente las recomendaciones de tu traumatólogo y fisioterapeuta. La mayoría de las luxaciones simples tratadas precozmente se recuperan sin complicaciones significativas, permitiéndote retomar tus actividades habituales en 2-3 meses y deportivas en 3-4 meses.​

Los factores que mejoran tu pronóstico incluyen reducción precoz (idealmente en las primeras 6 horas, definitivamente antes de las 12 horas para minimizar riesgo de complicaciones), edad superior a 30-40 años (menor riesgo de recidivas que en jóvenes), luxación simple sin fracturas asociadas, adherencia estricta al protocolo de rehabilitación, fortalecimiento muscular previo y mantenido tras la lesión, evitar actividades de riesgo durante el periodo de consolidación completa (3-4 meses), y ausencia de laxitud ligamentosa constitucional. Las luxaciones complejas requieren mayor tiempo de recuperación (4-6 meses) y tienen peor pronóstico funcional que las simples.​

Sin embargo, existen complicaciones potenciales que debes conocer. La más frecuente es la luxación recidivante o recurrente (10-40% de los casos según edad y tipo), especialmente en menores de 30 años practicantes de deportes de contacto. La rigidez articular con pérdida de movilidad completa puede aparecer si la inmovilización es excesiva o la rehabilitación insuficiente. La artrosis postraumática se desarrolla en un 10-15% de luxaciones complejas o recidivantes a largo plazo, especialmente si hubo fragmentos intraarticulares no extraídos. La necrosis avascular (muerte del hueso por falta de irrigación) es una complicación grave que afecta al 2-10% de luxaciones de cadera y hombro, siendo más frecuente si la reducción se retrasa más de 12 horas. Otras complicaciones incluyen lesión nerviosa permanente (2-5%, especialmente del nervio circunflejo en hombro), síndrome de dolor regional complejo, infección (en luxaciones abiertas o tras cirugía), y debilidad muscular persistente si la rehabilitación es inadecuada.​

Datos clave importantes

  • El hombro es la articulación que más frecuentemente se luxa, representando el 45% de todas las luxaciones, con una incidencia de 17 casos por cada 100.000 habitantes al año, siendo más frecuente en hombres jóvenes de 21-30 años y en mujeres mayores de 61-80 años. Las luxaciones anteriores representan el 95-97% de los casos de hombro.​
  • El tiempo es oro en las luxaciones: reducir la luxación en las primeras 6 horas reduce drásticamente el riesgo de necrosis avascular (4-18%) comparado con reducciones tardías después de 12 horas (40-57%), por lo que es fundamental acudir inmediatamente a urgencias sin intentar reducirla tú mismo.​
  • La actividad deportiva causa hasta el 59% de todas las luxaciones de codo y el 50% de las luxaciones de hombro, siendo la gimnasia, el patinaje, el judo, el ciclismo, el fútbol, el baloncesto y el rugby los deportes de mayor riesgo.​
  • Tu compromiso con la rehabilitación marca la diferencia: seguir estrictamente el protocolo de fisioterapia reduce el riesgo de recidivas hasta en un 60% y acorta el tiempo de recuperación en 4-6 semanas, mientras que abandonar prematuramente la rehabilitación multiplica por 3 el riesgo de una nueva luxación.​

¿Cómo se soluciona?

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